9 1Él reunió a los doce[572] y les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para curar enfermedades. 2Los mandó a predicar el Reino de Dios y a sanar los enfermos. 3Jesús les dijo, «No lleven nada para su viaje, ni bastón, ni billetera, ni pan, ni dinero; ni lleven dos abrigos. 4A cualquier casa que entren, quédense allí y salgan de allí. 5Si alguien no los recibe, cuando salgan de esa ciudad sacúdanse hasta el polvo de los pies como testimonio en contra de ellos.»
6Ellos salieron y fueron por todas los pueblos[573] predicando la Buena Nueva y curando en todas partes.
7Herodes el tetrarca escuchó todo lo que estaba siendo hecho por Jesús[574], y estaba perplejo porque algunos decían que Juan
había resucitado de entre los muertos,
8otros decían que Elías había aparecido y otros que
uno de los profetas antiguos había resucitado.
9Herodes dijo, «A Juan yo lo he decapitado, pero ¿quien es
este de quien oigo tales cosas?» Él buscaba como verlo.
10Cuando los apóstoles regresaron, le contaron las cosas
que habían hecho.
Él los reunió, y se retiró a un lugar desierto de una ciudad
llamada Betsaida.
11Pero las multitudes al percibirlo, lo siguieron. Él
les dio la bienvenida, y les hablo del Reino de Dios, y curó a quienes
necesitaban sanación.
12El día comenzó a apagarse; y los doce fueron y le dijeron,
«Envía a la multitud de regreso, para que puedan ir a los
pueblos de los alrededores a descansar y a comer, porque estamos en un
lugar desierto.»
13Pero Él les dijo, «Ustedes, denles algo de comer.»
Dijeron, «No tenemos más que cinco pedazos de pan y dos pescados,
tendríamos que ir a comprar comida para todas estas personas.»
14Porque eran cerca de cinco mil personas.
Él le dijo a sus discípulos, «Hagan que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno.»
15Así lo hicieron, e hicieron que todos se sentaran.
16Él tomó los 5 pedazos de pan y los dos pescados, y mirando al
cielo, los bendijo, y los partió, y los dio a los discípulos para
repartir entre la multitud.
17Comieron, y quedaron llenos. Reunieron doce canastos de los
pedazos que quedaron.
18Ocurrió, mientras él oraba sólo, que los discípulos estaban con Él y Él les preguntó «¿Quién dicen las multitudes que soy yo?»
19Ellos contestaron, «`Juan el Bautista,´ pero otros dicen, `Elías´ y otros, que uno de los antiguos profetas que ha resucitado.»
20Él les dijo, «Pero ¿quién dicen ustedes que soy yo?»
Pedro contestó, «El Cristo de Dios.»
21Entonces Él les advirtió, y les ordenó no decir esto a nadie, 22diciendo, «El Hijo del Hombre debe sufrir muchas cosas, y será rechazado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y los escribas, será asesinado, y al tercer día se levantará.»[575]
23Les dijo a todos, «Si alguien desea venir tras de mi, renuncie a si mismo, cargue su cruz diariamente[576] y sígame. 24Porque quien quiera salvar su vida la perderá[577], pero quien pierda su vida por mi causa, lo mismo la salvará. 25Porque ¿de qué le vale a un hombre, si gana el mundo entero, pero se pierde o se perjudica a si mismo[578]? 26Quien se avergüence de mí y de mis palabras, de Él se avergonzará el Hijo del Hombre, cuando llegue a su gloria y a la gloria del Padre, y de los santos ángeles. 27Les diré la verdad: Hay algunos de los que están aquí, que de ninguna forma probarán la muerte, hasta que vean el Reino de Dios.»
28Ocurrió como ocho días después de haber dicho esto, que Jesús salió con Pedro, Juan y Santiago, y fue a una montaña a orar. 29Mientras oraba, la apariencia de su rostro se alteró, y su vestido se hizo blanco y brillante. 30Dos hombre estaban hablando con Él, ellos eran Moisés y Elías, 31quienes aparecieron en la gloria[579], y hablaban de su partida,[580] la cual Jesús estaba por cumplir[581] en Jerusalén.
32Pedro y los que lo acompañaban estaban pesados por el sueño, pero cuando estuvieron totalmente despiertos, vieron su gloria, y a los dos hombres que estaban con Él. 33Ocurrió, mientras que se alejaban de Él, que Pedro le dijo a Jesús, «Maestro, es bueno que estemos aquí. Hagamos tres tiendas: una para ti, una para Moisés y una para Elías» sin saber lo que decía.
34Mientras decía estas cosas, una nube vino y los cubrió, y tuvieron miedo cuando entraron[582] en la nube. 35Una voz salió de la nube diciendo, «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!» 36Cuando la voz se fue, encontraron sólo a Jesús. Quedaron en silencio, y no le contaron a nadie en esos días sobre las cosas que habían visto.
37Ocurrió al día siguiente de haber bajado de la montaña, que una gran multitud lo encontró. 38Un hombre de la multitud llamó, diciendo, «Maestro, te ruego que mires a mi hijo, porque es mi único hijo. 39Un espíritu lo toma, repentinamente chilla y lo hace convulsionar, bota espuma, y difícilmente parte de él, hiriéndolo severamente. 40Yo rogué a tus discípulos que lo sacaran, pero ellos no pudieron.»
41Jesús contestó, «Generación perversa y sin fe, ¿Cuánto tiempo debo estar con ustedes y cargarlos? Trae aquí a tu hijo.»
42Mientras que venía, el demonio lo derribó y lo hizo convulsionar
violentamente. Pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó
al niño, y lo dio de vuelta a su padre.
43Todos estaban asombrados por la majestad de Dios.
Mientras todos se maravillaban por las cosas que Jesús
hacia, Él dijo a sus discípulos,
44«Que estas palabras se sumerjan en sus oídos, porque el Hijo del
Hombre será entregado a manos de los hombres.»
45Pero ellos no entendieron lo que decía. Estaba oculto para ellos,
porque no percibían, y les asustaba preguntarle sobre sus
palabras.
46Se formó una discusión entre los discípulos[583] sobre cual de ellos era el más grande. 47Jesús al percibir el razonamiento de sus corazones, tomo a un niño pequeño, lo puso a su lado, 48y les dijo, «Quien reciba a este pequeño en mi nombre, me recibe a mí. Quien me recibe a mí, recibe al que me envió. Porque quien sea menos entre todos ustedes, ese será grande.»
49Juan le contestó, «Maestro, vimos que alguien expulsaba demonios en tu nombre y se lo prohibimos, porque él no nos sigue.»
50Jesús le dijo, «No se lo prohíban, porque quien no está contra nosotros[584] está con nosotros.»
51Ocurrió, cuando se acercaba el día en el que debía ser entregado, que Jesús fijo su rostro hacia Jerusalén, 52y envió mensajeros antes que Él. Ellos fueron y entraron a un pueblo de Samaritanos, preparándolo para Jesús. 53Pero en el pueblo no lo recibieron, porque viajaba hacía Jerusalén. 54Cuando sus discípulos, Santiago y Juan, vieron esto, dijeron, «Señor, ¿deseas que ordenemos bajar fuego del cielo, y destruirlos, tal como Elías hizo?»
55Pero Él se dio vuelta y los reprendió, «No saben de que clase de espíritu son.
56Porque el Hijo del Hombre no vino a destruir vidas de hombres,
sino a salvarlas.»[585]
Y fueron a otra villa.
57Mientras iban por el camino, cierto hombre le dijo,
«Quiero seguirte a donde quiera que vayas, Señor.»
58Jesús le dijo, «Los zorros tienen madrigueras, y los pájaros del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene un lugar para recostar su cabeza.»
59Él le dijo a otro, «¡Sígueme!»
Él le dijo, «Señor, permíteme primero ir a enterrar a mi
padre.»
60Pero Jesús le dijo, «Deja que los muertos entierren a sus muertos, pero tu ve y anuncia el Reino de Dios.»
61Otro también dijo, «Quiero seguirte, Señor, pero primero permíteme ofrecer una despedida a quienes están en mi casa.»
62Pero Jesús le dijo, «Nadie, que habiendo puesto su mano en el arado mire hacia atrás,
es digno del Reino de Dios.»
[572] TR dice «sus doce discípulos» en vez de «los doce.»
[573] Peshitta agrega `y ciudades.´
[574] Peshitta dice `por sus manos´ (las de los apóstoles).
[575] En Peshitta esta parte aparece pero no como palabras de Jesús.
[576] WEB no dice `diariamente,´ aunque si lo dicen TR, NU, Peshitta, DieBibel y DiosHablaHoy lo agregan.
[577] Peshitta dice `hacer vivir su alma la destruirá.´
[578] Peshitta dice `destruye o pierde su alma.´
[579] DieBibel dice `resplandeciente luz,´ DiosHablaHoy dice `rodeados de un resplandor glorioso.´
[580] Literalmente «éxodo.»
[581] Peshitta dice `estaba por cumplirse.´
[582] Peshitta dice `cuando Moisés y Elías entraron a la nube.´
[583] Peshitta dice `entró un pensamiento en ellos.´
[584] Peshitta y DieBibel dicen `ustedes.´
[585] La frase «No saben de que clase de espíritu son. Porque el Hijo del Hombre no vino a destruir vidas de hombres, sino a salvarlas.» no aparece ni en DieBibel ni en DiosHablaHoy, aunque DieBibel tiene una nota de pie de página que dice que algunos textos la añaden.